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domingo, diciembre 28, 2008

El Pica Pica Político

Un grave problema que tiene nuestro país desde hace varias décadas, es el fanatismo político. Este mal se fue acrecentando desde que derrocaron a Trujillo y comenzó su apogeo después de los doce años de Balaguer. Lo que muchos no saben es que parte de ese fanatismo es pagado como propaganda política a varias personas de la radio y la televisión, los cuales tienen como función defender a su gobierno a toda costa sin importar que la crisis nos esté comiendo más rápido que la carcoma.

Hoy chequiando la columna de Mario Emilio Perez en el periódico El Nacional, nos narra una historia similar, con la cual volví a recordar que vivimos en un país lleno de "bocinas" políticas... check it out:


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El Pica Pica político
Por: Mario Emilio Pérez

Visitaba el hogar de un matrimonio amigo recientemente cuando de pronto se paró ante la puerta un hombre delgado de mediana edad, el cual de inmediato comenzó a despotricar contra el gobierno.

-Esta vaina no hay quien la aguante; no hay un chele en la calle y la gente se está cayendo muerta de hambre. Soy un hombre de trabajo, pero me he cansado de buscar empleo y no he conseguido por ninguna parte. Lo que pasa es que las empresas están en tan mala situación, que en lugar de colocar empleados los están despidiendo por docenas. Y en cuanto a las oficinas públicas, si usted no tiene un alto funcionario pariente o amigo suyo o de su familia, no consigue un empleo ni como barrendero. Todo el que se encarama en un cargo público es para hacerse de dinero, y luego no conoce a ningún pobre, hasta a aquellos que fueron sus compañeros de barrio, sus condiscípulos, o son parientes lejanos. Pero como se dice que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, lo que van a permanecer los que están arriba son solamente cuatro años, y ese tiempo pasa rápidamente. Lo prueba el hecho de que estos ya agotaron más de un año y parece que fue ayer que se treparon en el poder. Estoy loco porque el partido de ustedes coja la mandurria, porque sé que no se olvidarán de mí, y en alguna parte me abrirán un huequito para comprar mis tres comidas calientes, porque con eso me conformo ya que no soy hombre angurrioso.

Después de este discurso pidió que le dieran algo de dinero, y se marchó con una papeleta de cincuenta pesos, silbando un rítmico merengue criollo, el cual acompañaba con fuertes palmadas.

Queda sobreentendido que la petición se produjo en el hogar de una familia entre cuyos miembros algunos pertenecían a un partido de oposición.

Dos o tres días después vi en uno de los pasillos de un supermercado al mismo individuo conversando con una señora de edad madura, la cual mostraba una expresión de agrado en el rostro.

Me detuve a cierta distancia, pero desde donde pudiera captar el contenido de su exposición, rogando al Todopoderoso que el vividor permaneciera de espaldas a mí.

-Doñita, quiera Dios que tengamos a Leonel durante varios periodos en el sillón presidencial, para que este país continúe progresando al ritmo veloz con el que lo está haciendo. Ninguno de los que cruzaron antes que él por el poder se ha preocupado tanto por los pobres. Creo que ese hombre no tiene tiempo siquiera para dormir las horas suficientes para reponer sus fuerzas. Y cada vez que viaja al extranjero trae muchísimas cosas buenas para el país, sobre todo en materia de inversiones. Cada vez que me cruza por la mente que solamente le queda tres años para cumplir su mandato, hasta se me salen los lagrimones. Y es que gobernantes como ese nacen cada dos o tres siglos. Suerte que a usted y a mí nos queda la satisfacción de haber votado por él, como lo hicieron todos aquellos que saben distinguir a los candidatos talentosos, honestos y laboriosos, de los comunes y corrientes de las otras opciones. Pero no la voy a seguir cansando hablándole sobre cosas que usted conoce mejor que yo, ya que es peledeísta. Lo que sí le voy a pedir es que me regale algo de dinero, porque estoy en malas.

La mujer sacó un billete de su cartera, que entregó al picoteador pluripartidista, quien se marchó después de darle las gracias.

Afortunadamente para él lo hizo en sentido opuesto al lugar donde me encontraba, librándose de un testigo enojoso de su piratería política.

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