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domingo, septiembre 07, 2008

La Empleada Practica

En este primer domingo del mes, Mario Emilio Pérez nos trae como siempre una de sus ocurrencias sobre la cultura social dominicana, extraída de su columna Cogiendolo Suave de el periódico El Nacional... check it out:

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La empleada práctica

Como mi amigo sesentón no puede ser calificado de mujeriego, y por el contrario tiene fama de monógamo, me sorprendió escucharle hablar de forma entusiasta sobre la empleada de un establecimiento comercial donde fue por vez primera a pagar los servicios de energía eléctrica.

-Me encantó esa muchacha, no solo por lo hermosa, sino también por su trato amable. Tiene un cuerpecito delgado y bien proporcionado, y me reconoció de inmediato a pesar de que la única vez que nos vimos fue hace aproximadamente dos años en un supermercado. Ah, y cuando me marchaba me habló de otros servicios que se podían pagar allí. Parece que a pesar de la enorme diferencia de edades, porque es una mujer que debe andar por los treinta y algo, le caigo bien, aunque eso no quiere decir necesariamente que le guste como hombre. Eso lo averiguaré cuando realice los próximos pagos.

Poco después me llamó por teléfono, y luego de hablar sobre varios temas le pregunté por la empleada que lo había llevado a concebir la posibilidad de serle infiel a su esposa, con la cual había procreado tres varones.

-Bueno, ayer fui a pagar el servicio de basura del ayuntamiento, y me alegré al ver que era el único cliente porque podría gardear verbalmente a la atractiva dama, lo que hice preguntándole si era casada, y respondió que llevaba dos años divorciada. Pero cuando me disponía a darle muela romántica, noté que estaba concentrada en procesar la factura en la computadora, la que me entregó sin mirarme. Y al pagarle y darme el sobrante, se volvió hacia una compañera de labor para reiniciar la conversación que seguramente suspendió para atenderme, por lo que me marché decepcionado.

Se produjo un silencio de unos quince segundos, por lo que inferí que mi interlocutor esperaba mi opinión, la cual externé de inmediato.

-Creo que esa señora, desde que te vio entrar, quiso conquistarte, pero como cliente del negocio donde le pagan un salario. Y en tu segunda visita comprobó que había logrado su propósito, por lo que pasaste a ser para ella lo que eres en realidad, o sea, un viejo con el agravante de que no posee un vehículo de lujo.

Como mi amigo se desplaza en un carro de catorce años de uso, y pequeñez de recién nacido sietemesino, cortó de golpe la comunicación.



Por MARIO EMILIO PEREZ
(Sociólogo y escritor dominicano)

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