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sábado, septiembre 20, 2008

El Legendario Enrique Blanco

Charlando con un compañero de trabajo muy aficionado a la historia dominicana, nos detuvimos a hablar sobre la leyenda de Enrique Blanco, el único fugitivo que se les escabulló a Trujillo durante la dictadura. Mucho se ha rumorado y poco se ha escrito sobre este personaje ha sido relacionado con muchas leyendas sobre su forma tan inexplicable de poder huir de las tropas del ejército.

Por eso decidí hacer un search en google y averiguar un poco más sobre la historia de este controversial y misterioso personaje... check it out:




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Rafael Enrique Blanco Sosa es un legendario y controversial personaje de la historia popular dominicana, de quien apenas se conoce su condición de revelarse contra la dictadura de Rafael Trujillo, en sus albores, y sobre el que se tejió una leyenda que vive.

Nació hace ya 100 años, el 14 de febrero del 1907 en la sección San Pedro, municipio de Tamboril, Santiago. Siendo el más pequeño de seis hermanos, tuvo una formación típica para los hijos de campesinos de la época y de esa zona del país, centrada en labores agrícolas, con gran influencia religiosa materna, que lo hizo devoto de la Virgen de Las Mercedes y de San Miguel Arcángel, practicante del sincretismo dominicano y creyente en “brujerías”. Fue un joven reservado, poco amigo de “relajos”, de escaso humor, hablar pausado, que apenas sabía leer y escribir y de un limitado lenguaje, marcado por el modismo de los campesinos cibaeños.

Muchos son los encuentros en los que su pericia como tirador y sus habilidades como guerrillero se combinan con la atribuida capacidad para convertirse en cualquier “animal del monte” cual mitológico “bacá”, sus “resguardos’ y el hecho que estaba “compuesto”, para que nunca lo atraparan.
A pesar de la tenaz persecución, Enrique Blanco
era visto con frecuencia en parajes, participó en fiestas y creó fama que se transformó en creencia mística y admiración en toda la región del Cibao central.

Muchos fueron los epítetos con que lo bautizó la dictadura y que los periódicos de la época publicaron: “malhechor, ladrón, asesino y gavillero, peligroso porque andaba armado y amenaza para la zona”, en noticias que sobre él deslizaba el gobierno.

Le atribuyeron hechos que no cometió, para aumentar su carga de descrédito, que a la postre se volvió contra los que dirigieron esa campaña.

Acorralado, su padre asesinado, hermanos presos, agotado, hambriento y con los pies hinchados se suicidó con un disparo en la sien derecha, el 24 de noviembre de 1936, con casi 30 años de edad, en El Aguacate Arriba, en las lomas de Salcedo.

Pidió a su amigo Delfín Álvarez que reportara que lo había matado y que cobrara la recompensa ofrecida por su captura. Vestía ropas dobles, las de abajo al revés, para “evitar la mala suerte”.

Su cuerpo fue recuperado por soldados, sentado en la parte trasera de un camión pequeño y paseado por las calles de Moca y Santiago, sostenido por un militar a cada lado y exhibido como trofeo, difundiendo que había sido cazado, con ejemplar brutalidad, advertencia y escarmiento, como mensaje de qué pasaba a los que se atrevían a desafiar al gobierno de Trujillo.

Su fama trascendió la campiña cibaeña, convirtiéndose en una leyenda nacional y su espíritu vive en los montes dominicanos junto a Caonabo, Lemba, Enriquillo, Duarte, gritando: ¡libertad, libertad, libertad!


Por: César Nicolás Penson Paulus
(escritor e historiador dominicano)

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