Chequeen el siguiente relato del escritor Mario Emilio Pérez extraído de su columna Cogiéndolo Suave de la edición de hoy del periódico El Nacional, donde nos cuenta una historia sobre algo similar y con una clara explicación sobre el porqué de este tipo de relación...check it out:
La Cuarentona Contentosa
No había cumplido los cuarenta y cinco años cuando mi amiga enviudó de un hombre rico.
Los meses que siguieron al estiramiento del ombligo del cónyuge la mujer mantuvo un luto riguroso en su vestimenta, pero de pronto circuló el rumor de que estaba desarreglando sábanas con un joven a quien doblaba la edad.
Fueron muchas las críticas que escuché de labios de familiares y amigos de la amante de las carnes duras, sobre todo de la que aparentaba ser su mejor amiga.
-Esa mujer se está poniendo de mojiganga al enredarse con un hombre que puede ser su hijo- me dijo una noche en que nos encontramos en el estadio Quisqueya durante la celebración de un partido de béisbol.
Defendí el derecho de la que llamó infanticida a sostener relaciones amorosas con quien le viniera en ganas, pero mi interlocutora continuó con su requisitoria.
- Después de cierta edad la mujer debe controlar sus impulsos chiveriles, sobre todo para no enredarse con muchachitos que lo que buscan en ellas es que los mantengan de un todo, como se dice popularmente, y que lo más probable es que no se casen con ellas.
- ¿Por qué afirmas con esa seguridad que le está dando todo al jovenzuelo que conquistó?- pregunté, con la real intención de obtener más datos acerca del enchulamiento de mi vieja enllave.
-No hay que ser una experta en romances para saber que si un jovencito se involucra en una relación de pareja con una cuarentona caminando hacia el medio siglo, es buscando ventajas, sobre todo de tipo económico- expresó con tono enfático, y una sonrisita burlona jugueteando en sus labios.
Poco después de sostener este diálogo me llamó por la vía telefónica la amante del jovenzuelo.
- Caramba, Mario, qué raro que no me has llamado después de enterarte de que mudé un hombre al cual le llevo un lote de años; y presumo que estás enterado, porque si medio país lo sabe, es ilógico pensar que lo ignoras.
No supe lo que debía responder, por lo cual permanecí en silencio durante varios segundos, tiempo que aprovechó para continuar hablando.
-A todos mis relacionados con quienes me topo, y a los que llamo, les digo lo mismo, y es que con un hombre con ligera carga de años se vive mejor, comenzando por su natural potencia viril. Con los achaques de los viejos se pasan malas noches, en medio de toses, corredera hacia el baño, y fuegazo de fiebres altas, que no dejan a una dormir; con los jóvenes se pasan muchas noches de insomnio, pero de contenido placentero, y de lo cual son testigos los vecinos con buen oído, porque muchas veces el placer va unido al gritar. En definitiva, que en esta relación geriátrico- pediátrica me he dado cuenta de que es mucho mejor criar que enterrar.
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