Sin embargo, sus habitantes comparten la isla en diferentes patrias las cuales necesitan de la ayuda mutua para que ambas puedan sobrevivir en este mundo tan malévolo. Pero la fantasia y la vanidad se ha apiadado de muchas mentes poderosas creando prejuicios sociales que impiden el amor mutuo entre las dos naciones.
Chequeen la siguiente historia que hoy nos trae Mario Emilio Pérez en su columna Cogiéndolo Suave del periódico El Nacional, en la cual ilustra con un toque jocoso pero con un mensaje más claro que el agua, uno de los males que más dificultad ha dado por superar nuestro país, el prejuicio racial haitiano... ... check it out:
Prejuicios RacialesUna vieja amiga, conocedora de mi gran admiración por el doctor José Francisco peña Gómez, me dijo que el líder perredeista no llegaría a la presidencia de la república, porque era ciudadano de un país racista.
La opinión me puso a pensar, ya que provenía de una dama de piel muy blanca y descendiente directa de españoles, pero que se había matrimoniado con tres hombres de pieles morado lila y cabellos gruesos y duros.
Decía la dama que los primeros que despreciaban al negro eran las personas de esa raza, por lo cual no votarían en elecciones presidenciales por el dirigente máximo del partido del jacho prendido.
Una soleada mañana en que fui a una ferretería a comprar algunas cosas que necesitábamos en casa, escuché el vozarrón de un hombre que despotricaba contra el candidato a la primera magistratura por el partido blanco.
-Ese hombre no puede mandar en este pais, pues ya tuvimos bastante con Lilís, quien por cierto quebró la nación cogiendo dinero prestado a los norteamericanos, y matando a todo el que se le oponía.Estuvo bien que Peña aspirara a la sindicatura del Distrito, pero no debería siquiera mirar para la silla principal del Palacio Nacional. Ese asiento es para gente que no ha cogido mucho sol, porque está demostrado que los rayos de ese jodío astro achicharran las ideas, y los que tienen la piel del color de la borra del café, o de algunos aparatos telefónicos, no tienen buenos generadores en los portacabellos.
Debido a que estaba esperando turno en una larga fila para pagar, desde allí no podía ver al iracundo negrófobo, ya que me lo impedían las tramerías del establecimiento comercial.
El hombre continuó con su agresivo monólogo, y al acercarse a la caja me llevé tremenda sorpresa al observar su epitelio, hermano de la “cañafístola” y de los negativos de las fotografías.
-Macho- le dije-al escucharlo acabando con los prietos, imaginé que quien lo hacía tenía hasta ojos verdes, y me doy cuenta ahora de que es tan negro como aquel contra el que arremetía; eso parece cosa de loco.
-Es cierto que soy prieto, pero me respeto, y por eso nunca he aspirado ni a suplente de regidor- respondió, provocando carcajadas en los presentes.
La situación se produjo a escasos meses de las elecciones del año 1994.
Por Mario Emilio Perez
(Sociólogo y escritor dominicano)
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