No cabe duda que a largo de la historia el alcohol etílico es el elíxir preferido para alebrecarse la mente y el cuerpo. Yo como simple mortal, tambien me he dejado engatusar por los encantos del alcohol. Recuerdo como si fuera hoy, aquella vez que por primera vez ingerí alcohol como un hombre. Era la fiesta de graduación del bachillerato y ya sin haberme dado mi primer trago me sentía eufórico con tan inolvidable fiesta. Entre alegrias y despedidas yo como típico jodón, comenzé probando un simple seven-up con dos gotas de romo.
Pasaron unos minutos y decidí ir incrementando la dosis la cual fue alternada entre menos seven-up y más ron. Yo como novato al fin, creía que todo era un cachú y para contrarestar los tumbos en mi cabeza me la pasaba dando pasos de bailes improvisados sin verguenza alguna.
Luego pasó un lapso de tiempo el cual jamás recordaré el cual comenzó desde a las 3:00 de la madrugada y del cual solamente recuerdo aquella brillante luz que salia de la puerta de entrada y con mis brazos sostenidos por dos de mis fieles amigos mientras otro me esperaba en su flamante jeepeta en la cual por mi estado de embriaguez de seguro me metieron en la parte de atrás como si fuera un muñeco inflable.
Hasta el dia de hoy todavia nos contamos aquella historia de la cual hasta yo mismo me exploto a carcajadas al escuchar a mis panas decir que me encontraron como un saco de arroz tirao en una esquinita de la discoteca echando uno de los sueños más largos de mi historia.
Actualmente me doy mis tragos sociales y he aprendido a como controlar mis emociones mientras bebo, aunque han habido otras escenas pasadas de las cuales tendria que hacer varios posts para contarlas una a una.
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